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viernes, 14 de noviembre de 2014

El marcapáginas.

¡Buenos días Lecturalizados!

Hoy os traigo un post que creo que os gustará mucho.

Normalmente cuando comenzamos la aventura de una novela siempre nos acompaña otro elemento fundamental en la vida de todo lector, ¿Sabéis de qué os hablo? ¡Exacto! De nuestro marcapáginas.

Los hay de todos los tipos. Tenemos los marcapáginas comunes rectangulares, los esquineros, los que tienen formas o los que son simplemente una fina tira de tela. Pero dentro de estos, tenemos también de muchos tipos: Decorados, sencillos, con frases célebres, publicitarios de otras novelas o librerías, personalizados...

Y también en infinidad de ocasiones utilizamos objetos comunes para darles su función: Cualquier tipo de papel que tengamos por casa, la tarjeta del bonotransporte, gomas de pelo, monedas, una pluma, hojas secas...Todo vale para no perder el hilo de nuestra lectura, pero ¿Cuál es el origen del marcapáginas?

Marcapáginas, punto de lectura, señalalibros...podemos llamarlos como más nos guste, pero en definitiva, su origen comienza a desarrollarse sobretodo, con la llegada de la imprenta.

Desde que el hombre escribe podemos suponer de la existencia de los marcapáginas pero no se tienen datos históricos hasta el s. XVI, en el que Christopher Barker regaló uno de seda con una borla dorada a la Reina Isabel junto con una biblia.

Aunque realmente la mayoría de los libros de aquella época venían acompañados de una pequeña cinta roja unida al lomo para poder marcar la lectura en el momento de su descanso, no se conocen marcapáginas de forma individual hasta dicha fecha.

A partir de entonces comienzan a popularizarse, pero su auge se alcanzará en los s. XVIII y XIX, donde comienzan a aparecer de forma individual. Empiezan a fabricarse casi en serie, con múltiples materiales y adornos aunque la mayoría serán de seda, lo que con el tiempo tenderá a que los lectores de la época los coleccionen. Lo más populares fueron los diseñados por Thomas Stevens, quien llegó a fabricar más de 900 tipos diferentes.

Conforme la sociedad evolucionaba y con ella el empleo de nuevos materiales, poco a poco comenzaron a hacerse en papel o cartón. Además, los cambios políticos y sociales también influenciaron para que con el tiempo, muchos de ellos llevasen mensajes publicitarios impresos.

A día de hoy podemos decir que el uso del marcapáginas se ha popularizado tanto que se ha convertido en una pequeña manualidad para todo tipo de público, sobretodo para los niños, quienes disfrutan creando los suyos propios y es una manera estupenda de fomentar la lectura.

Y vosotros...¿Los coleccionáis? ¿Cuántos tenéis? ¿Usáis siempre el mismo o uno diferente para cada novela? ¿Los consideráis un amuleto? ¿Tenéis alguno especial?

Contadme vuestras anécdotas y la que más peculiar sea, obtendrá uno creado por Lecturalízate.




sábado, 1 de noviembre de 2014

El mundo de Pesadillas

Buenos días Lecturalizados,

¿Qué tal habéis pasado la noche más terrorífica del año?

Hoy os traigo una serie de libros con la que los niños de los 90 disfrutaron como locos y con la que hoy podéis aterrorizar a vuestros peques en noches como la que hemos pasado. ¿De qué se trata? De la mítica serie de PESADILLAS.

De la mano del escritor R.L. Stine, tuvimos la suerte de disfrutar de unas de las primera colecciones de libros de terror para niños y jóvenes.

Con un total de 60 libros traducidos al español. Esta colección se hizo, en los años 90, tremendamente popular entre los más jóvenes. Fama que se acrecentó, cuando posteriormente se adaptaron algunos de ellos a una serie de televisión y a diversos videojuegos.

Aquellas pequeñas historias prometían hacerte pasar un mal rato gracias a personajes como muñecos vivientes, fantasmas, monstruos, momias, extraterrestres, etc. Sus protagonistas, que siempre solían encontrarse en lugares aislados, se veían envueltos en terribles historias de terror de las cuales no acababan demasiado bien parados.

Algunos títulos como "La noche del muñeco viviente" o "Sangre de monstruo" fueron algunos de los más conocidos y admirados por el público juvenil, incluyendo sus segundas partes. Sus atrayentes portadas, en las que se dejaba entrever algún episodio del libro, también impulsaron las ventas.

Stine, logró vender más de 300 millones de libros de la serie Pesadillas, por todo el mundo. Siendo el escritor más conocido dentro de la literatura juvenil en el género de terror.

Así que, si queréis disfrutar con vuestros hijos de una lectura divertida pero terroríafica, no dudéis en acudir a Stine.